18 de abril de 2024

Tijuana B.C. (Agencias) 22 de noviembre de 2014.- Hoy se cumple un año del lanzamiento de Xbox One en la gran mayoría de mercados, estreno que quedó muy cerca del efectuado por PlayStation 4 y que sirvió así de completa puesta en marcha para la tan cacareada Next Gen que, gradualmente, empieza a ser ya la generación del presente. Sony y Microsoft vinieron a unirse así al pistoletazo de salida que ya había dado Nintendo un año antes con Wii U, intentando golpear primero y quedando quizás un poco debilitada por un movimiento algo apresurado; afortunadamente, el tiempo parece estar demostrando que esta consola ha sabido

Lógicamente, también ha influido en ello el hecho de que este salto generacional haya sucedido en una época donde los canales online son ya verdaderos dueños de las corrientes de opinión. A causa de ello, millones de ojos han estado puestos sobre las compañías a través de redes sociales, medios especializados y foros de todo tipo, espacios desde los que se han vertido miles de opiniones por hora, así que es inevitable que esta vez todo se haya mirado con verdadera lupa. No digo esto como un descargo de los errores cometidos, pero sí como un significativo factor que es necesario tener en cuenta a la hora de analizar lo que ha sido este año.

Las cifras de la Next Gen y el efecto de inercia

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El primer dato a analizar, como no podía ser de otro modo, es el de las cifras de ventas de cada sistema hasta el momento. Como todos bien sabemos, la compañía que mejor ha sabido arrancar la maquinaria generacional en esta ocasión ha sido Sony, gracias en buena medida a la inercia positiva que traía PlayStation 3 durante su última etapa, y como resultado vemos que su sucesora ha alcanzado unos excelentes 14,4 millones de unidades despachadas. Todo lo contrario ha sucedido a Microsoft, cuyas ventas ya habían empezado a flojear a finales de la generación anterior, aunque con todo haber colocado 7,6 millones de consolas en un primer año tampoco es ningún desastre. Un poco por debajo anda Wii U con 7,4 millones, la cual como bien sabemos anda más preocupada por jugar su propia liga.

Estas tendencias reflejan un curioso efecto espejo respecto a lo que vivimos durante la generación pasada, en la cual fueron Nintendo y Microsoft las que arrancaron con más fuerza, para luego ir desinflándose al tiempo que Sony ganaba terreno a pasos agigantados. Es interesante por tanto ver cómo cada una de las tres consolas que actualmente se disputan la victoria han heredado directamente el paso que traían marcado sus antecesoras, posiciones que también se han visto reforzadas por la forma en la que cada una de las compañías han posicionado sus respectivos productos: Nintendo con más incógnitas que certezas, Microsoft con una cantidad de errores de comunicación impropios para el tiempo que lleva en este negocio y Sony siendo la más lista de la clase al aprovechar los fallos de la competencia en su favor.

Por otro lado, me parece muy interesante entrar también a analizar en detalle cómo han funcionado las ventas de software durante esta generación para cada una de las tres plataformas. No hay sorpresa en el hecho de que Wii U haya ido completamente por su cuenta y con juegos marca de la casa copando los primeros puestos, ni que los dos últimos ‘Call of Duty’, junto a otro shooter de gran tirada como ‘Destiny’, sean comunes en los resultados de Xbox One y PlayStation 4, aunque sí es más indicativo el hecho de que la máquina de Sony no cuente con ningún exclusivo entre los cinco primeros puestos.

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Siguiendo con las ventas de software, otro dato que me parece muy interesante abordar es el de la cantidad total de juegos que se han vendido en cada plataforma, segmentando además por regiones los resultados. Haciendo eso vemos que lógicamente la líder es también PlayStation 4 con 47,5 millones de juegos (esto es, 3,29 por consola), seguida de Wii U con 31 millones (4,18 por consola) y de Xbox One con 26,5 millones (3,48 por consola). Visualmente, estos datos quedarían así:

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Tras haber vivido ya unos cuantos cambios de generación podemos tener muy claro que el primer año es siempre muy complicado, y 2014 no ha sido una excepción en ese sentido. Ha tenido eso sí unos tics muy característicos que se explican por la situación en la que se encuentra actualmente la industria (para lo bueno y para lo malo), por la forma en que afrontamos hoy en día cualquier asunto de actualidad (cada vez con más urgencia, cada vez con menos memoria histórica) y por la herencia que traíamos de la etapa anterior.