Radiografía Política – El «Corralito» del Zócalo
Radiografía Política - El "Corralito" del Zócalo

En un gesto que ha desatado un torbellino de especulaciones y críticas internas, la presidenta Claudia Sheinbaum protagonizó su primer Informe de Gobierno el 5 de octubre en el Zócalo capitalino, no solo con un discurso que reafirmó la continuidad de la Cuarta Transformación (4T), sino con una escenografía política que dejó a figuras clave de su propio partido, Morena, relegadas a un improvisado «corralito» detrás de una valla metálica.
Adán Augusto López Hernández, exsecretario de Gobernación y eterno aspirante presidencial; Ricardo Monreal Ávila, líder de la bancada morenista en el Senado; y hasta Andy López Beltrán, hijo del exmandatario Andrés Manuel López Obrador, fueron confinados a un espacio marginal, separados de los gobernadores y el gabinete presidencial.
Lo que Sheinbaum calificó de «chismes» podría ser, en realidad, el primer aviso de una consolidación de poder que expone las grietas de un partido que, pese a su hegemonía electoral, sigue siendo un nido de ambiciones contenidas.
El evento, transmitido en vivo y con una asistencia masiva de simpatizantes, comenzó con pompa: Sheinbaum, flanqueada por su gabinete y los 32 gobernadores –incluso algunos de oposición–, desgranó logros en materia de seguridad, bienestar y economía, reiterando el mantra de «no robar, no mentir, no traicionar».
Sin embargo, las cámaras no tardaron en captar el detalle que eclipsó el guion oficial: el sector VIP del Zócalo, reservado para la élite política, estaba delimitado por una barrera que convertía a los «barones» de Morena en espectadores secundarios.
Adán Augusto, con su trayectoria como operador clave de la 4T y rival directo en la contienda interna por la candidatura presidencial de 2024, apareció visiblemente apartado, junto a Monreal –cuya relación con el Palacio Nacional ha sido tensa desde hace meses por desacuerdos legislativos– y el joven Andy, símbolo de la dinastía lopezobradorista.
La imagen, viral en redes sociales, generó memes y análisis instantáneos: ¿un castigo simbólico o mera logística fallida?
La respuesta oficial no se hizo esperar. «No hay ningún mensaje, son chismes», espetó Sheinbaum este domingo en una conferencia matutina, desestimando las interpretaciones con el desdén de quien ya no necesita justificar sus movimientos.
Pero en el circo político mexicano, donde los gestos valen más que las palabras, esta negación suena a eufemismo. El «corralito» no fue un accidente: en un evento tan meticulosamente orquestado como un Informe presidencial, la disposición de asientos es un código semiótico que grita intenciones.
Sheinbaum, ingeniera de formación y pragmática por convicción, ha demostrado desde su llegada al poder que no tolera fisuras en su equipo. Recordemos que su transición al frente de Morena fue un baile de equilibrios: heredera designada por López Obrador, pero obligada a lidiar con los resabios de una contienda interna donde Adán Augusto y Monreal representaban facciones con peso propio.
Análisis Político: El Ignorar como Arma de Consolidación
Más allá del chisme del día, este episodio revela una estrategia de poder que Sheinbaum ha perfeccionado en sus primeros 12 meses de mandato: el ignorar selectivo como herramienta de neutralización.
En un partido como Morena, nacido de la rebelión contra el establishment pero ahora convertido en el nuevo establishment, las ambiciones personales son el talón de Aquiles. Adán Augusto, con su red de lealtades en el sur-sureste y su rol en la maquinaria electoral, no es un actor menor; fue el delfín fallido de AMLO en 2024, y su silencio postelectoral ha sido ensordecedor.
Monreal, por su parte, encarna la ala pragmática y negociadora de Morena, capaz de aliarse con la oposición en el Congreso para aprobar reformas controvertidas, lo que lo convierte en un riesgo para la pureza ideológica de la 4T. Dejarlos fuera del foco –literal y metafóricamente– no es solo un desaire; es una declaración de soberanía.
Políticamente, esto representa la maduración de Sheinbaum como líder autónoma, distanciándose sutilmente de la sombra tutelar de López Obrador.
Mientras el ex presidente, desde su retiro en Palenque, sigue siendo una figura oracular para la base morenista, su hija y allegados como Andy López han sido marginados en esta escenografía.
Es un mensaje claro: la 4T no es un feudo familiar ni un club de exgobernadores; es un proyecto que Sheinbaum moldea a su imagen, priorizando gobernabilidad sobre lealtades nostálgicas.
En términos de análisis comparativo, evoca tácticas de otros líderes transformadores: piensen en el maquiavelismo de Lula en Brasil, quien neutralizó rivales internos relegándolos a roles decorativos, o en el control férreo de Xi Jinping sobre facciones del Partido Comunista chino. Aquí, el «corralito» es el equivalente mexicano: un exilio interno que evita rupturas visibles pero erosiona el capital político de los damnificados.
Críticamente, este movimiento expone las vulnerabilidades de Morena como partido catch-all. Con una supermayoría en el Congreso y 23 gubernaturas, la hegemonía parece inquebrantable, pero eventos como este alimentan narrativas de autoritarismo interno.
¿Cuánto tiempo puede durar una unidad fabricada en el Palacio Nacional mientras se ignoran las voces disidentes? Adán Augusto, desde su curul en el Senado, ya ha emitido mensajes velados de lealtad, pero el desdén presidencial podría catalizar una rebelión soterrada, especialmente en un 2026 electoral donde las candidaturas locales serán un termómetro de fracturas.
Monreal, astuto negociador, podría inclinar la balanza hacia alianzas con la oposición si se siente acorralado. Y en un México polarizado, donde la 4T depende de su cohesión para enfrentar desafíos como la inseguridad y la economía estancada, este «mensaje implícito» podría ser un boomerang: fortalece a Sheinbaum a corto plazo, pero siembra semillas de deslealtad que germinarán en el midterm.
En última instancia, el Zócalo del 5 de octubre no solo fue un podio para rendir cuentas; fue un tablero de ajedrez donde Sheinbaum movió sus peones con precisión quirúrgica.
Ignorar no es debilidad, sino dominio: un recordatorio de que en la política mexicana, el silencio duele más que el grito.
Mientras la presidenta avanza con su agenda –reformas judiciales, megaproyectos y un discurso anti-corrupción que sonó como un dardo envenenado–, los «corralados» observan desde las sombras.
Otro mensaje claro llegó a Baja California: quienes presumen estar del lado de Adán Augusto están políticamente perdidos.
Esto aplica especialmente a aquellos que tienen aspiraciones para 2027. Recuerden que Sheinbaum no los ve con buenos ojos, ni a ellos ni a quienes los respaldan.
La pregunta no es si hay mensaje, sino cuánto tardará en explotar. Por ahora, Sheinbaum reina; pero en Morena, los tronos son tan efímeros como los aplausos del Zócalo.
Esta columna no refleja la opinión de Plural.Mx, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor

