16 de abril de 2024

México D.F. (Agencias) 27 de diciembre de 2014.- “¿Gusta cooperar?”. Es la pregunta con la que encapuchados reciben en los peajes de carretera a los viajeros que transitan por el sur de México, donde la toma de una caseta se ha convertido en una práctica rentable que puede dejar a los manifestantes cifras que van de los 15 mil a los 50 mil  pesos al día.

La toma de peajes en las carreteras comienza a ser una costumbre frecuente de las movilizaciones en México, y en los últimos meses se ha incrementado desde la desaparición de los 43 estudiantes el pasado 26 de septiembre en Iguala a manos de policías corruptos y miembros del cártel Guerreros Unidos.

En octubre y noviembre se realizaron en el estado de Guerrero, al menos una toma de casetas de cobro por día, principalmente en las ubicadas en la Autopista del Sol, que comunica a Ciudad de México con el puerto de Acapulco.

Esta práctica, realizada en su mayoría por estudiantes de las escuelas de magisterio y maestros, se ha replicado, aunque con menor frecuencia, en otros estados del sur del país como Michoacán, Oaxaca y Chiapas.

El objetivo es recaudar dinero para el movimiento que exige la devolución con vida de los 43 alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.

Uno de los encargados de las finanzas de este tipo de protestas que pidió no ser identificado dijo a Efe que “por cada toma se pueden reunir 15 mil ó 20 mil pesos si es que duran siete horas”.

Dichos recursos, indicó la fuente, son utilizados para comprar alimentos, gasolina, alquiler de autobuses y mantener el plantón que tiene la Coordinadora Estatal de los Trabajadores de la Educación de Guerrero (Ceteg) en la plaza central de Chilpancingo, capital del estado, desde la desaparición de los estudiantes.

Sin embargo, según estimaciones de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) de Acapulco, en cada toma de caseta los manifestantes pueden llegar a captar de 35 mil a 50 mil pesos en un periodo de cuatro a seis horas.

“Por lo regular estaban cobrando entre 20 y 50 pesos. Los cálculos de nosotros indican que estaban teniendo una captación de recurso en efectivo de alrededor de 35 mil a 50 mil pesos”, dijo a Efe el presidente de Coparmex Acapulco, Joaquín Badillo.

El cobro de estas tarifas beneficia a los turistas, dado que es inferior al costo que representa el pago normal, que puede ascender a 125 pesos en el trayecto de Ciudad de México a Acapulco, según con cifras de Caminos y Puentes Federales de México (Capufe).

No obstante, este tipo de protesta también es visto como un riesgo por algunas personas, que han dejado de visitar ciudades como Acapulco, lo que ha afectado a la economía del puerto, principal motor económico de Guerrero.

“Estoy totalmente a favor de que la gente se manifieste. Lo que me parece negativo es que haciendo uso de su legítimo derecho a la manifestación puedan afectar los derechos de terceros”, afirmó a Efe el diputado federal del conservador Partido Acción Nacional (PAN) Jorge Sotomayor.

Los bloqueos de carreteras “evidentemente traen como consecuencia problemas en el turismo, en pérdidas de mercancías, problemas ambientales y obviamente pérdida de dinero, trabajo y tiempo”, anotó.

Aunque algunos se abstienen de dar pagos a los manifestantes argumentando que no llevan dinero porque pagan los peajes con tarjetas electrónica (IAVE), durante algunas protestas no se ha desactivado este mecanismo de pago y los viajeros terminan cubriendo el derecho de tránsito por partida doble.

“Las casetas están tomadas pacíficamente, la primera vez que fui no me tocó que llevaran armas, luego ya traían machetes, incluso ni siquiera desactivaban el pago, entonces te cobraba la caseta y además te cobraban dinero los de la manifestación, y los policías ahí al ladito”, contó Ana Carina Alanís, viajera frecuente a Acapulco.

Durante las tomas, los empleados de las casetas “se retiran, dejan el control a los manifestantes y se convierten en espectadores desde sus oficinas administrativas”, señaló el presidente de la Coparmex Acapulco.

Con el paso de los días y la constante toma de casetas, lo que los ciudadanos se preguntan es a dónde va el dinero recaudado: a los estudiantes, a los padres de los desaparecidos o a la Ceteg.

“Al principio sí eran jóvenes, pero ya la segunda o tercera vez eran señoras que a lo mejor salían de sus casas y no tenían nada que hacer y se tapaban la cara. La gente se aprovechó de la situación, no tenían nada que ver con lo de Ayotzinapa y lo hacen más para sacar dinero”, dijo Alanís.

De momento, el Gobierno federal no ha dado cifras sobre el número de peajes tomados y las pérdidas generadas por estas protestas.

Fuente:Siete24.mx