Argos Panoptes
En días pasados fueron asesinados dos agentes de la Guardia Nacional en cumplimiento de su deber en la Ciudad de Tijuana Baja California México.
Dos agentes destacamentados, en una recién inaugurada base de operaciones de la tan anunciada Guardia Nacional, (por tercera vez la) que hoy ya no comparten filas con sus compañeros y que quedarán en el olvido como un centenar más que día a día son olvidados.
Veamos el inicio de la desgracia.
Una Guardia Nacional creada al vapor y al puro estilo de el Dr. Frankestein, en donde en menos de un año, crearon una institución de seguridad pública por orden o capricho del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Lejos de quedar bien estructurada legal y administrativamente, sin ejes rectores claros y sin un orden jerárquico de peso, pero sí político, se le da el banderazo para que opere un cuerpo de seguridad sin fondo.
Con el solo hecho de ver dado copy paste a un sin fin de normas y leyes, con el simple hecho de señalar corporaciones corruptas, o con la intención de darse el gusto de ver el Águila Federalista en un uniforme.
Diputados, senadores, gobernadores, alcaldes, regidores, delegados, secretarios y de más, en mayoría, apoyaron tal proyecto sin ver o medir las desgracias venideras.
Desmantelaron instituciones de seguridad tachadas por corrupción, pero en cierta manera por que los integrantes de lo que desaparecieron fueron incluidos a la Guardia Nacional. Policía Federal de Caminos, Gendarmería Nacional, Fuerzas Federales de Apoyo, Policía Federal y demás secciones, que ya son historia para darle curso a un proyecto de policía que hasta hoy camina sin pena ni gloria, pero si con bajas.
Una guardia Nacional que administrativamente no sabia qué hacer con sus elementos de academia sin experiencia, con unidades repintadas y descompuestas, con agentes de otras corporaciones insertadas a fuerzas al capricho, con elementos administrativos que jamás tuvieron experiencia operativa, con sueldos, derechos y prestaciones que jamás les fueron claros, justos o constantes.
Un oficial de policía que es incorporado a sus funciones después de 6 meses de academia , no es experiencia suficiente para el combate a la inseguridad, exámenes de control y confianza precarios y oscuros, no son garantía para que los nuevos o veteranos en la seguridad pública garanticen su funcionalidad.
No es suficiente 6 meses de academia cuando por capricho político, jamás incorporas a los agentes a una actualización en materia policial y derechos humano. Eso es responsabilidad de la institución evaluar la participación de policías para en su momento, concentrarlos de nuevo a las aulas y actualizarlos.
No tiene que existir bajas cuando por entrenamiento, capacidad y experiencia, enfrentas situaciones de alto riesgo.
Y que dicen los políticos de esto?
Solo comentan que cayo en cumplimiento del deber y como los héroes que México necesita, para a los meses la familia quedar abandonada.
En materia de seguridad los políticos no pierden, al contrario, ganan y entre más delitos existen es mejor para ellos.
Si un oficial es dado de baja, el funcionario expresa que están depurando la corporación.
Si un oficial realiza con éxito su encomienda, el funcionaría dirá que tenemos una policía preparada ante las emergencias.
Pero cuando un oficial es asesinado en cumplimiento del deber, las cámaras y micrófonos van sobre el funcionario que a luces sigue ganando con la inseguridad al expresar enérgicamente que reprochan y repudian tal acto tan cobarde, y que a los responsables les caerá todo el peso de la ley, cuando en semanas todo es olvidado.
Una Guardia Nacional que presumía sus más altos estándares en control y confianza, así como de capacitación, y vemos agentes detenidos por delitos contra la salud y población, por extorsión, por abuso de autoridad, con resultados grises pero si agentes asesinados.
Una Guardia Nacional en donde su primer titular fue el tristemente célebre Alfonso Durazo, que hoy es candidato a gobernador de Sonora por Morena, y actualmente funge como titular de la Secretaría de seguridad Rosa Isela Rodríguez que está más preocupada por no aparecer que parecer.
Una Guardia Nacional arrastrada por la política y la delincuencia.