15 de noviembre de 2024
Senadores de chocolate

 

Por Elvira Luna Pineda

La autora de esta columna es Abogada

y Vicepresidenta Nacional de la Academia de Género de la CONCAAM

La realidad que se vive actualmente en cada rincón de nuestro país resulta alarmante. Ante un sistema político totalmente colapsado por la impunidad y la corrupción, se encuentra justo en la acera de enfrente, una sociedad inerme, que en estado de indefensión ha sido aprisionada en las tropelías de los protagonistas de los partidos políticos y los grupos de poder, que solapan y toleran sus actos poco éticos materializando la frase de Demócrates que dice: “Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de burla”.

Muchas son las cosas que pasan en nuestro país, sin embargo cuando hablamos de la realidad que vive la ciudadanía, ésta es muy diferente a la realidad que vive la clase política. Lo vemos en sus posturas, en sus posicionamientos, en sus declaraciones, parece que hablaran de otra sociedad, de otros entornos, de otro país y no es así. Resulta que esta clase política elevada, egocéntrica y evadida vive en México, pero en uno diferente al del resto de los mexicanos.

¿A qué me refiero con este preámbulo? Sólo a una acción que en estos días se da en el Senado de la República y que debe llamar poderosamente la atención, ya que como ciudadanía no podemos dejarla pasar. Analicemos. De acuerdo con varias notas periodísticas, los coordinadores de los grupos parlamentarios del PRI, PAN y PRD en el Senado decidieron agraciar con motivo de la navidad a los 128 senadores y senadoras con un regalo que consiste en un estuche de chocolates que según sus dichos, pagarán de su propio peculio sin afectar el erario público.

El hecho podría ser irrelevante, pero a estos chocolatitos, les ha sido impreso el rostro de cada uno de los senadores (mujeres y hombres). Como un acto ególatra de auto-adoración en la nube surrealista en la que nuestros caros y evadidos senadores viven, se imprimen sus caritas y les confieso que no entiendo el motivo. En un país en el que miles de padres y madres imprimen en fotocopias las imágenes de sus hijos e hijas para buscarles sin descanso, ya que la impunidad y corrupción propiciada por esta clase política les ha desaparecido. En un país con rostro de feminicidio en donde las mujeres son asesinadas por el hecho de ser mujeres y en el que sus rostros se van desvaneciendo en copias a blanco y negro, pegadas en centrales de autobuses y oficinas gubernamentales. Los senadores, hombres y mujeres de todos los partidos, no tuvieron la sensibilidad y prudencia para decir “NO”, no quiero ser parte de este acto de alabanza colectiva y presuntuosa vanidad y al parecer ninguno resistió el auto halago de comerse su chocolate con su rostro y el de sus compañeros de curul.

En este país, en el que padres y madres de 49 bebes que perdieron la vida en el incendio de la guardería abc, también imprimen en copias baratas los rostros de sus hijos para reclamar la justicia pendiente y dilatada por la impunidad en este caso de vergüenza y repudio nacional. Nuestros caros senadores y senadoras de todos los partidos políticos -ninguno se salva-, se comerán en esta navidad sus chocolates con sus caritas, sin siquiera darse cuenta que en el mismo país en el que viven y que también se llama México, en ese país que paga sus excesos y egocentrismos, existen niños y niñas que viven como realidad la pobreza alimentaria, llegando diariamente a las escuelas sin desayunar y sin tener la certeza de que comerán durante el día.

Es por eso que considero irrelevante que digan los senadores que estos chocolates los pagarán de su bolsa, ya que su bolsa se las llena el pueblo. Senadores de chocolate, definitivamente es una cachetada para este pueblo con un nivel de hartazgo como nunca en los años recientes. Senadores de chocolate, individualistas y evadidos además. ¿Qué te corresponde como ciudadano? Exigirles rendición de cuentas, es nuestro derecho y debemos ejercerlo. Para la reflexión la frase de Bertolt Brecht: “No aceptes lo habitual como cosa natural. Porque en tiempos de desorden, de confusión organizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural. Nada debe parecer imposible de cambiar”. Nos leemos la semana entrante.

 

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