AMEBA
La Robolución Mexicana
La premisa de los libros de texto gratuitos y de la historia oficial en mis años escolares era más o menos así: Francisco I Madero quería derrocar al tirano Porfirio Díaz que ya había hecho concha y nomás no daba señas de querer dejar el poder, exigía elecciones y lanzaba su máxima “Sufragio efectivo, No Re-elección”. Para esto Madero lanzó el Plan de San Luis en el que anunciaba con bombo y platillo que el 20 de Noviembre iniciaba la Revolución con sus camaradas Pancho Villa, Emiliano Zapata, Venustiano Carranza y varios más. La refriega duró poco más de 10 años, no se explicaba muy bien quienes eran los malos y quienes los buenos, pero estos últimos, nos decían, ganaron la Revolución, formaron el PRI y nos dieron Patria. Fin.
En la escuela nos vestían de revolucionarios para la asamblea, bailábamos la Adelita y de rigor, todas las mañanas después de la formación, marchábamos a los salones al ritmo de la marcha de Zacatecas cuya tonada me acompaña hasta el día de hoy como un mantra satánico del que no me puedo desprender.
Con el paso del tiempo me di cuenta que no todo (o mejor dicho, casi nada) de lo que me contaron en la escuela era verdad. Como niño, uno tiene la visión del superhéroe y el villano, el bueno y el malo, y por lo tanto insertaba a los personajes históricos en alguno de estos dos equipos. A esa edad, no se da uno cuenta que los “héroes” eran antes que todo humanos, con sus virtudes y con muchísimos errores.
Si lo analizamos detenidamente la Revolución debió haber terminado en 1911, cuando Don Porfirio se exilia y Madero gana las elecciones. Ese era el principal propósito de la Revolución, el cambio se daría con el dictador fuera y construyendo una estructura democrática fuerte. Sería un proceso largo pero con paciencia y voluntad rendiría frutos. Se optó por lo contrario: Los caudillos que acompañaron a Madero decidieron que no tenían las mínimas intenciones de esperar, la democracia no era para los mexicanos, el poder se ganaba a balazos. Victoriano Huerta traiciona y asesina a Madero. Los siguientes diez años todo sería una lucha encarnizada, entre caudillos que cambiaban de bando al igual que cambiaban de calzones. Lo que conocemos como Revolución no es la lucha entre un pueblo que busca democracia en contra de un tirano, ese propósito se había logrado en 1911; la Revolución de las adelitas, los ferrocarriles, los saqueos, las traiciones, el retraso económico, social y cultural, los más de 1 millón de muertos es el resultado de una lucha de unos caudillos por el poder, a los que no les importó llevarse entre las patas de sus caballos a la población con tal de conseguir sus metas. La Revolución se había transformado en Robolución.
Más de 10 años de caos, en un sálvese quien pueda perpetuo; en el que sobrevivía el que tuviera el colmillo más afilado. Salvo las figuras de Francisco I. Madero y José Vasconcelos, muy poco puede rescatarse de heroico y honroso de la Robolución Mexicana, sobre todo si tomamos en cuenta como terminó: Para evitar más luchas entre caudillos a Plutarco Elías Calles se le ocurrió alinearlos, meterlos en un partido (PNR luego PRI) en el que cada uno esperara su lugar para llegar al poder. Institucionalizar la Robolución.
Lo que sigue es por demás conocido: Perpetuidad del PRI en el Poder (70 años) ayudados del corporativismo electoral (manera sofisticada para referirnos a los acarreados) del sindicalismo engendrado por Lázaro Cárdenas y el paternalismo gubernamental, la idea sellada con tinta indeleble en el subconsciente del mexicano de que el Gobierno debe meterse en todo, debe mantenernos, darnos y hasta regañarnos. La perpetuidad de la ignorancia y la pobreza como moneda de cambio por el mínimo progreso.
Un pueblo que no aprende de su historia está condenado a repetirla. Frase cliché, pero que hoy puede tomar relevancia en el México convulsionado, violentado, enojado de hoy. Es alarmante ver, leer y escuchar que hay quien evoca románticamente la Robolución como alternativa a lo que pasa, sin tener idea del alto costo que habría que pagar. Hay que tener mucho cuidado con lo que se desea. Si La Robolución nos heredó el México que tenemos hoy, lo más seguro es que no sea la solución.
Saul Mendoza