Un hospital en Guatemala ha sido denominado por activistas de la salud como uno de los más brutales y peligrosos centros de salud mental en el mundo.
Tijuana B.C. (Agencias) 6 de diciembre de 2014.- Algunos expacientes dicen que en este lugar los violaban después de sedarlos.
De hecho, el mismo director admitió –mientras era grabado por una cámara oculta de la BBC- que los pacientes continúan siendo abusados sexualmente.
Lo cierto es que donde quiera que miro veo cuerpos estáticos acostados sobre el suelo de concreto del patio.
Los pacientes tienen la apariencia de haber sido fuertemente sedados. Están totalmente rapados, vestidos con túnicas y descalzos.
Otros van desnudos, exponiendo su piel sucia con su propia orina y excremento. Ellos parecen más prisioneros de un campo de concentración que pacientes.
El hospital Federico Mora es la casa de 340 pacientes, incluyendo 50 criminales violentos con problemas mentales.
Pero de acuerdo con el director del hospital, Romeo Minera, solo una pequeña minoría tiene un problema mental serio: un impactante 74% de las personas ha llegado a este lugar para recibir un poco de atención y cuidado, y deberían haberse quedado en la comunidad.
Encubierto
Minera cree que mi equipo y yo somos trabajadores de caridad que estamos aquí para ayudar a su fallida institución.
Los periodistas no son bienvenidos aquí. Hacer una historia de encubierto fue la única manera de acceder a las instalaciones del hospital que ha sido denunciado por diversos grupos defensores de los derechos humanos.
Adentrarse hacia una de las salas es como entrar en un infierno en la Tierra. Allí se ven más pacientes vestidos con harapos sentados en el suelo o en sillas de plástico, meciéndose ellos mismos para reconfortarse un poco.
En este espacio oscuro y reducido, no parece existir otra forma de estímulo.
Apenas nos ven, los pacientes intentan alcanzarnos, desesperados por contacto humano. Un hombre me abraza y me ruega que lo saque de allí.
Un enfermero me dice que tres miembros del personal tienen que estar pendientes de entre 60 y 70 pacientes, otros explican que la única manera que tienen para controlarlos es sedarlos.
Mientras mi traductor distrae al director, yo logro escabullirme hacia los dormitorios por un largo y oscuro pasillo.
Allí me encuentro con más pacientes, que yacen sobre unas camas de metal oxidadas y rotas.
Los enfermos parecen estar muy sedados para ir al baño por sus propios medios.
Se pueden apreciar manchas de orina en los colchones y la ropa de algunos pacientes está cubierta con sus propias heces.
El hedor de la suciedad humana me sobrecoge y trato desesperadamente de no vomitar.
En respuesta a nuestra investigación, el gobierno de Guatemala señaló que el hospital «usa la dosis mínima de sedantes recomendado por la Organización Mundial de la Salud» y defendió las condiciones en las que se encuentra el hospital.
«Se cuenta con enfermeros cualificados para atender las necesidades de los pacientes, incluido mantenerlos limpios y vestidos. Y un equipo que se encarga de mantener las salas limpias», declaró.
Violaciones repetidas
Pero aquí no termina el horror que nos rodea. Estamos filmando en secreto al director mientras hace una declaración sorprendente: los guardias abusan de los pacientes.
El hospital, dijo, es un lugar «donde cualquier cosa puede pasar».
Dos expacientes me dijeron que fueron violados en el hospital Federico Mora. Y que los perpetradores incluyeron tanto a personal médico como de seguridad.
Una mujer nos dijo que fue abusada sexualmente por un enfermero mientras estaba durmiendo. En ese entonces solo tenía 17 años, y era virgen.
«Como estaba sedada, no estaba consciente de lo que pasaba. Solo me di cuenta a la mañana siguiente que había perdido mi inocencia. Estaba sangrando entre las piernas y comprendí lo que había pasado esa noche: que un enfermero había entrado y me había violado», explicó.
Era su tercer día en el hospital. Dos semanas después ella pidió a su familia de forma desesperada que la sacaran de ese lugar.
«Uno nunca puede olvidar una experiencia así», dijo mientras se secaba las lágrimas. «Eso se queda en tu mente. Todavía pienso mucho en los pacientes que están allí».
Ricardo, otro expaciente, dijo que fue violado repetidamente durante los tres años que estuvo en el Federico Mora.
Logró salir de allí después de una feroz batalla legal en la que alegó que había sido mal diagnosticado por esquizofrenia.
«Se aprovecharon de las pacientes cuando estaban sedadas y no estaban en su sano juicio», anotó Ricardo.
Y añadió: «Los oficiales de policía, los pacientes y los enfermeros –además de algunos doctores- ellos separan a las pacientes más bonitas durante la noche».
«El peor lugar»
El grupo Derecho Internacional para la Discapacidad, (DRI, por sus siglas en inglés) que tiene su sede en Estados Unidos, pasó tres años recolectando evidencias de lo que ocurría en el Federico Mora.
En un reporte publicado en 2012, DRI describió el hospital como «las instalaciones más peligrosas que nuestros investigadores han visto en el continente americano».
Y añadieron: «Cualquier persona, con o sin problemas mentales, que es retenida en este hospital tiene su vida en riesgo, su integridad personal, además de la posibilidad de trato inhumano y tortura».
El reporte explicó que a algunos pacientes se les negó el tratamiento médico, fueron expuestos a contagio de enfermedades infecciosas serias y –a través de los abusos sexuales- estaban en riesgo de contraer VIH
En una de sus visitas, el personal de DRI logró filmar a una de las pacientes que explicaba cómo, en el primer día de estadía, había sido violada mientras la ataban a una pared.
«El abuso sexual hace que sea un nivel más terrible que cualquier lugar que yo haya visto antes», dijo el fundador de DRI, Eric Rosenthal.
Las celdas de aislamiento
«También vi a pacientes puestos en aislamiento. Había un hombre que literalmente estaba tratando de escalar por las paredes de la celda de aislamiento. Él estaba en la parte de arriba de la pared tratando de escapar. Y hay gente que es encerrada en estas celdas durante horas o días», añadió.
En mi visita al hospital, también pude apreciar una de esas celdas de aislamiento que son utilizadas para pacientes muy violentos. Es un salón de dos metros cuadrados con una pequeña ventana.
Un hombre estaba en un rincón, mientras que el suelo estaba cubierto con desperdicios humanos.
El director me dijo que esos cuartos están vigilados constantemente, pero también admitió que hace poco un hombre se había suicidado allí subiéndose en una ventana y ahorcándose.
El gobierno de Guatemala defendió el uso del aislamiento: «Los pacientes son puestos en estos cuartos solo por dos horas cada vez» y son constantemente monitoreados.
El gobierno también argumentó que ninguna persona estaba mantenida en aislamiento cuando realizamos nuestra visita.
A la Corte Interamericana
El uso de celdas de aislamiento hizo parte de la evidencia que el DRI llevó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, en 2012, donde solicitaban que se tomaran «medidas de emergencia».
Efectivamente se ordenó al gobierno de Guatemala tomar en cuenta los temas presentados por DRI en orden de «salvar vidas».
Las autoridades estuvieron de acuerdo en actuar de forma inmediata y lanzaron una investigación para aclarar los alegatos sobre abuso sexual.
Pero dos años después aparentemente no ha pasado nada.
Ahora, el grupo DRI está preparando un nuevo caso contra el gobierno de Guatemala para obligar al cierre del hospital.
El caso se presentará en el segundo semestre de 2015, y se verá al gobierno de Guatemala sometido a juicio por la CIDH sobre los problemas en el hospital.
Con esto podría enfrentar sanciones comerciales y económicas de otros miembros de la CIDH.
Los empleados del hospital
El personal del hospital tenía miedo de alguna represalia si llegaban a hacer una declaración.
La única forma en que seis de ellos aceptaron hablar conmigo fue que lo hiciéramos de forma grupal y sin dar nombres.
«Nosotros no tenemos la medicación adecuada para tratar a los pacientes. Además, es sucio, hay ratas y cucarachas», admitió una de ellas, con las manos temblando de los nervios.
«Creo que puedo hablar en nombre de todos cuando digo que son de conocimiento común los abusos que los guardias cometen en el hospital», dijo otro.
En ese momento los seis empleados del hospital comenzaron a llorar.
«No es solo peligroso para los pacientes. También lo es para nosotros», dijo uno de los trabajadores de salud, que sostenía las manos de sus colegas.
«Nos hemos quejado bastante, pero nadie nos escucha. Trabajar en el hospital es aterrador», añadió.
Sin palabras
De regreso en Reino Unido, le mostré una parte de la filmación a un abogado de derechos humanos, John Cooper.
«Hay un hombre durmiendo en su cama con heces a su alrededor. Es una persona en su momento de mayor vulnerabilidad. Me deja sin palabras lo que estoy viendo», dijo.
Añadió que es probablemente el peor caso de falta de atención y humanidad que ha visto.
El gobierno de Guatemala le dijo a la BBC que ha iniciado un proceso para mejorar su sistema de atención a la salud mental en todo el país.
También afirmó que comenzó a construir un muro para separar a los prisioneros del resto de los pacientes.
Y aunque no ha recibido ningún informe de abuso sexual o violación, dijo, ya ordenó otra investigación interna.
Rosenthal, de DRI, dijo que ya había escuchado esas promesas en 2012 y cree que solo un proceso legal puede salvar a los pacientes del Federico Mora.
«Ser un país en desarrollo con una economía pobre no es una excusa para la tortura, el abuso sexual y la falta de cuidado digno», dijo.
«Es una total deshumanización. A esas personas no se les trata como seres humanos. Se les ha dado por perdidas. Se les ha encerrado y su crimen es tener una discapacidad», concluyó.