Guillermo Alberto Hidalgo Montes
El pasado sábado 19 de junio, en el municipio de Reynosa, perteneciente a la entidad federativa mexicana de Tamaulipas, tras una serie de ataques violentos con armas de fuego en contra de la población civil, dejaron 18 muertos en un solo día. Los tiroteos provocaron la movilización del ejército, la Guardia Nacional, la policía estatal y la fiscalía del Estado.
La información señala que los homicidios se cometieron en las colonias Almaguer, Lampacitos, Unidad Obrera y Bienestar; y que entre las víctimas hay una familia y un comerciante, de acuerdo con el medio de comunicación Elefante Blanco.
Por parte del Estado, el Grupo de Coordinación Estatal para la Construcción de la Paz en Tamaulipas también informó que, “derivado de las acciones de patrullaje y vigilancia, se logró detectar a varios sujetos y vehículos que participaron en los homicidios de 14 personas en diferentes colonias de la ciudad de Reynosa. Al ser localizados, los individuos opusieron resistencia y agredieron a personal policial, el cual repelió la agresión. Murieron 4 de los civiles armados”. También señaló que “personal del Ejército Mexicano, Guardia Nacional, Policía Estatal y de la Fiscalía General de Justicia del Estado continúan desplegados en diversos puntos de la ciudad de Reynosa en labores de patrullaje y vigilancia, así como de investigación”.
Lo que sucedió en Tamaulipas requiere que hagamos una pausa en México, ya que cuando un grupo armado decide disparar en contra de población civil, sin más razón que la generar terror, no podemos envolver este suceso en la violenta cotidianeidad de nuestro México actual. No podemos catalogar el hecho bajo el delito de “delincuencia organizada”, lo ocurrido es, estimados lectores, un acto claro de “narcoterrorismo”, nos guste o no. Lo que ha venido ocurriendo en nuestro país se ha convertido en la historia a la que nos hemos acostumbrado. Ha ocurrido por tanto tiempo que ya pocas cosas nos sorprenden, nos hemos acostumbrado a la violencia, la disputa entre cárteles, las balaceras, los colgados, los narcomensajes a la impunidad, a las fosas entre otras muchas cosas que ya hemos perdido la capacidad de asombro e interés. ¿Hacia dónde vamos como país si nos acostumbramos a lo que ocurrió en Reynosa? El pasado mayo ha sido el segundo mes más violento en lo que va de la administración del presidente Lopez Obrador, delitos como el feminicidio aumentaron un 25% y la violación un 30% y el delito de trata de personas un 47.5% según cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Algo o mucho no está bien, repito, esto no es un hecho aislado ni es el primero en su clase, la explosión de una granada en Michoacán el 15 de septiembre de 2008 o la explosión de un carro bomba en Ciudad Juárez en julio de 2010, por solo mencionar un ejemplo de hechos que anteceden a lo ocurrido en Tamaulipas.
Con hechos, ya quedó más que claro que el problema no reside en los gobernantes ni en los partidos políticos sino en la sociedad. A través del tiempo hemos permitido desde la corrupción como instrumento de progreso para pocos, hasta la polarización y el confrontamiento generando aún más violencia e impunidad en un Estado de por sí debilitado. Debemos exigir al Estado la estricta aplicación de la ley empezando a llamar a las cosas como son, y en este caso tiene un nombre: “Narcoterrorismo”. Estoy consiente del poder de las palabras, pero hemos tenido el miedo de la fuga de capitales o de la intervención extranjera en temas nacionales negando la inevitable globalización. Pero si hemos llegado a este punto no ha sido culpa de los partidos políticos ni de lo gobernantes (no importando el color) ha sido culpa de una sociedad que no ha sido responsable de ejercer la “ciudadanía”, si exigiendo derechos pero también cumpliendo con nuestras obligaciones, respetando la ley, pagando impuestos, etc.
A estas alturas de la historia nacional, hemos probado las tres posiciones políticas derecha, centro e izquierda y todo sigue empeorando, los políticos no son ni han sido la respuesta, la respuesta está en la sociedad y en la responsabilidad de volvernos habitantes a ciudadanos de nuestro hermoso México.
*El Mtro. Guillermo Alberto Hidalgo Montes, es especialista en seguridad pública y privada. Fue Rector de la Universidad Policial de Guerrero, Director de la academia de las Fuerzas de Seguridad del Estado de Puebla, Rector de la Universidad de Policía de la Ciudad de México y Actualmente Director del Instituto de Formación Profesional del estado de Hidalgo.