Pablo Hiriart
Marco Rubio como secretario de Estado en el gobierno de Donald Trump sería una mala noticia para el expresidente López Obrador, aunque no necesariamente para México.
El candidato número uno para asumir el cargo de secretario de Estado en el próximo gobierno de Donald Trump es el senador Marco Rubio, quien acusó al presidente Andrés Manuel López Obrador de proteger a los cárteles del narcotráfico.
Rubio tiene especial frialdad hacia López Obrador, no por asuntos personales o de ego, que son tan frecuentes y hasta devastadores en política, sino por razones políticas de peso.
Sabe quién es AMLO. Como muchos, le dio el beneficio de la duda en 2018, lo felicitó, y después descubrió al verdadero personaje.
Marco Rubio es un profesional de la política, y –al menos en Florida– le rodea un equipo competente. No sólo le preocupa el tema migratorio, sino el deterioro de la democracia y el Estado de derecho en América Latina.
El senador nacido en Miami conoce el papel activo que jugó López Obrador para deteriorar esos valores, en favor de Maduro, Díaz-Canel y Daniel Ortega.
AMLO contó con el desinterés de Joe Biden y Antony Blinken por Latinoamérica, y Marco Rubio se quedó prácticamente solo en sus llamadas de atención para mirar al sur.
Cuando Rubio acusó a López Obrador de haber entregado parte del territorio nacional a los cárteles de las drogas –junio de 2022–, AMLO lo retó a presentar pruebas de ser aliado de narcotraficantes y lo llamó rencoroso, a él y al senador texano Ted Cruz (que se acaba de reelegir).
De alcanzar la Secretaría de Estado, como es posible, Marco Rubio tendrá mayores posibilidades de responder al reto de López Obrador.
No es difícil probar que en el sexenio anterior se dio protección a cuando menos uno de los grandes cárteles mundiales de las drogas.
En aquella ocasión López Obrador rechazó la invitación del presidente Joe Biden para asistir a la Cumbre de las Américas, que se celebró en Estados Unidos, con argumentos que irritaron por igual a demócratas que a republicanos.
Biden y Blinken fueron tolerantes, se contuvieron. Esas cualidades no las tienen los republicanos que llegarán a la Casa Blanca en enero.
AMLO desairó a la administración demócrata porque no fueron invitados a Estados Unidos los dictadores de Nicaragua, Daniel Ortega; de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y Nicolás Maduro, de Venezuela.
Cuando se dieron a conocer las razones de AMLO, Marco Rubio formuló una declaración que rebotó como música de tambora en Palacio Nacional:
“Me alegra que el presidente mexicano, que ha entregado secciones de su país a los cárteles de las drogas y es un apologista de la tiranía en Cuba, un dictador asesino en Nicaragua y de un narcotraficante en Venezuela, no estará en Estados Unidos este fin de semana”.
De ahí vino el reto de AMLO, a Rubio y a Ted Cruz.
“Están diciendo que yo protejo a dictadores, peor que eso, que tengo acuerdo con el narcotráfico. Ya parece que les voy a mandar una nota diplomática. No, vamos a ventilarlo. Si tienen pruebas, que las presenten”.
A diferencia de otros integrantes del equipo de Trump, Marco Rubio tiene formación política y carrera legislativa.
Y, contrariamente a la gran mayoría de las personas de origen cubano en Miami, los padres del senador no llegaron a Estados Unidos huyendo de Fidel Castro, sino de la dictadura de Fulgencio Batista.
Su historia personal es interesante, y valdrá la pena comentarla más adelante si es que Trump se sostiene en la idea de hacerlo secretario de Estado de Estados Unidos.
Rubio no sólo está comprometido en la lucha contra la inmigración ilegal, sino que va más allá que Donald Trump. Le preocupan la democracia y el Estado de derecho en América Latina.
Cuando López Obrador ganó las elecciones en 2018, el senador Marco Rubio hizo una atenta y cuidada declaración:
“Felicito al pueblo de México por elegir democráticamente a un nuevo líder. Si bien tengo serias diferencias filosóficas con el recién electo presidente Andrés Manuel López Obrador, México es un importante aliado de los Estados Unidos. Debemos trabajar en el fortalecimiento del Estado de derecho y de la gobernabilidad democrática para un hemisferio estable y seguro”.
Estado de derecho y gobernabilidad democrática. Es exactamente lo que no hizo AMLO, o más bien fomentó el sabotaje a ambas en Nicaragua, Cuba, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia.
A diferencia de Joe Biden y el secretario Antony Blinken, la relación con América Latina ocupará un lugar importante en la administración Trump. Y hasta ahora, todo apunta a que al volante de la política exterior estará Marco Rubio.
La otra opción que tiene Trump para la Secretaría de Estado es Richard Grenell, exembajador en Alemania y director de Inteligencia en la última parte de su gobierno.
Lo novedoso en este caso sería que por primera vez Estados Unidos tendría a un secretario de Estado abiertamente gay, y un presidente machista y homófobo.
Rubio sería una mala noticia para el expresidente López Obrador, aunque no necesariamente para México.
El senador de Florida, que acompañó a Trump en los actos de campaña para atraer el voto latino, podría ser el próximo secretario de Estado.
@PabloHiriart
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