Vigo, 27 oct (EFE).- Ángel Tomás Camacho, coordinador nacional del área de Toxicología Clínica de la Asociación Española de Toxicología, advierte de que «solo se ve la punta del iceberg» respecto al consumo de las nuevas drogas sintéticas, entre ellas las popularmente conocidas como «caníbal» y de la «amnesia».
Camacho admite en una entrevista con Efe que no se sabe «cuál es la realidad de estas drogas en el país» y añade: «Se ha abierto la caja de pandora y no sabemos si estamos al principio o al final» de una nueva generación de estupefacientes.
La falta de encuestas de consumo, pero, sobre todo, su distribución a través de internet, que «ha sustituido al camello», imposibilitan hacer una foto fija, siquiera una aproximación, de cuánto y quiénes las toman, comenta.
Además, sus efectos solo se conocen a partir de las intoxicaciones severas que llegan a los hospitales, pero poco se sabe de sus secuelas a medio y largo plazo.
Camacho agrega una cuarta variante: la ausencia de test para este tipo de sustancias estupefacientes, que se hacen, por ejemplo, en los controles de tráfico para la cocaína, el cannabis o los opiáceos.
Se trata, además, de drogas «baratas», relativamente «fáciles» de elaborar y que no son ilegales, ya que son derivados de sustancias que se van prohibiendo en una suerte de juego del «gato y el ratón», por lo que en el imaginario colectivo puede calar la idea de que son menos dañinas que las proscritas.
En el ránking de nuevas drogas aparece en un lugar destacado el «spice», un derivado químico del cannabis que se vende legalmente como abono para plantas o para elaborar incienso, cuyos efectos son entre 50 y 100 veces superiores a un porro.
Camacho advierte de que una dosis elevada de esta sustancia puede tener consecuencias irreversibles, y se remite al reciente fallecimiento en Estados Unidos de un joven tras fumar un cigarro de «spice», también conocido como «K2».
Tanta o mayor alarma social ha generado la conocida como «droga caníbal», a partir de derivados sintéticos de la catinona, que contiene una planta de Somalia llamada qat, y que se comercializa en internet como sales de baño.
Camacho ve una relación directa entre algunas muertes o tetraplegias por caídas desde balcones, el fenómeno conocido como «balconing», y el consumo de mefedrona, uno de los derivados de la catinona, cuyos efectos alucinógenos son «potentísimos», recalca el experto.
No menos preocupante es la proliferación del GHD, la llamada «droga de la amnesia», que produce una «sumisión química» y está detrás de episodios de violaciones, de las cuales solo se denuncian el 20 % de los casos, según enfatiza Camacho.
El coordinador nacional del área de Toxicología Clínica también previene del resurgimiento del LSD, alguno elaborado a partir de nuevas sustancias legales como la piperazina, utilizada para combatir la parasitosis en animales, así como del consumo de peyote, que puede causar trastornos psiquiátricos permanentes.
Por el momento, solo a través de indicios los expertos pueden deducir un incremento del consumo de las nuevas drogas sintéticas, al igual que la cocaína ha aumentado en los últimos años la casuística de jóvenes pacientes con aneurismas, arritmias e infartos.
En los servicios de urgencias son cada vez más habituales las intoxicaciones severas por cannabis sintético y la atención a jóvenes semicomatosas, supuestamente tras la ingesta de GHD.
Otro indicador es la venta de chupetes, ya que, por ejemplo, la mefedrona provoca a quien la consume que esté continuamente rechinando los dientes, y, para evitarlo, recurre a esta chuchería, cada vez más demandada en las discotecas.