@Mascarita
En la política interna de nuestro México lindo y querido, solo la ejercen dos interesados, quienes tratan de llegar al poder y quienes no quieren dejar de gobernar y administrar la función pública.
Durante años, que digo años, décadas, es normal y común que cuando algún político no le favorece su partido para seguirlo catapultando en el servicio público, se indigna, se despide de su partido político al que tanto le debe ( y no por las cuotas ) para bajarse de el barco y abandonarlo, antes que se hunda o antes de que le ganen la liana en otro partido.
La temporada de «chapulines» empieza un año antes de las elecciones para obtener un cargo público. Empiezan los aspirantes y suspirantes a mover y medir la fiereza política interna y su popularidad.
La temporada de «chapulines» se caracteriza por puñaladas, Judas expuestos y echadas en cara de el pasado en el presente para el futuro.
Temporada de «chapulines» es cuando se publica por parte de el no agraciado o desencantado la típica frase » En el partido no reconocen la capacidad ni el trabajo de partido interno » y renuncian, sin embargo no se van solos, jalan con un pequeño séquito de seguidores de media tabla para abajo para decir que es desbandada.
Pues bien, ya una ves arropados en otro partido, no solo quieren ser candidatos si no solo darse por bien servidos con un cargo público para poder acomodar a sus compromisos o allegados.
Es por eso que es común y normal el ver a los personajes del pasado en administraciones públicas del presente.
Independientemente la fecha en que se lean estas palabras, la temporada de «chapulines» y sus estragos serán los mismos.
Llevándose con ellos a su nuevo cargo, las mismas mañas, experiencia y relaciones del pasado par hacer lo que mejor le convenga al dicho chapulín.
Todos son lo mismo pero en diferente liana.