22 de diciembre de 2024
Dando un efecto único en la historia política de México, ganaron los mismos que anteriormente administraban el país y se dio lo que jamás se había mirado en el interés de algunos de subirse al barco.

Argos Panoptes

 

Recuerdo cuando Don Manuel López Obrador recorría el país por el 2013 aproximadamente, promoviendo al nuevo partido político en México, Morena.

Tal partido político compuesto y empleando a la mayoría ex priistas, ex panistas, ex perredistas y un sin fin de agregados políticos con antecedentes obscuros en otros ambientes, sin darle carta abierta a fundadores naturales de tal movimiento político, a tal grado de que no le importo los antecedentes delincuenciales, la idea era sumar, acaparar toda esa experiencia de ex funcionarios y recaudar fondos con el lema de no mentir, no robar y no traicionar una vez siendo el ganador.

Su sueño se le hizo realidad, AMLO ganó la presidencia de la República.

Dando un efecto único en la historia política de México, ganaron los mismos que anteriormente administraban el país y se dio lo que jamás se había mirado en el interés de algunos de subirse al barco.

De repente se empezaron a sumar día con día personajes incómodos en algunos estados y ciudades en el país al proyecto de AMLO, jurando amor eterno, tirados al drama barato, que ellos siempre fueron buenos pero que los de antes los obligaban y puras leyendas de terror con la intención de abrirse cancha a esa efervescencia política de el momento, de todas las escalas políticas se sumaron.

Pues bien estimados lectores, en Baja California, dos personajes con recuerdos tristes y de más pena que gloria, se armaron de valor y uno de ellos hasta recordó que tenía fotos con el mero mero presidente electo de la República una vez que fue candidato de el PRD para la alcaldía de Tijuana y lo patearon, Arturo González Cruz, administrador de un club deportivo de prestigio en Tijuana y que únicamente salía para ser candidato, ya que perdía pues regresaba a la madriguera.

El otro Jaime Bonilla Valdez.

Un tristemente empresario Bajacaliforniano responsable de un presunto fraude administrativo y deportivo en donde fue castigado el deporte de la pelota blanca de por vida en la región, un equipo de béisbol de nombre Potros de Tijuana que por más que pidieron perdones a la Liga Mexicana de el Pacifico quien era encabezada por el presidente Chino Ley, que al saber de las trampas jamás perdonó al béisbol local.

Ambos sujetos coincidieron en Morena, Arturo Gonzales Cruz, ganó una encuesta local para ser candidato a alcalde de Tijuana y Jaime Bonilla Valdez por dedazo fue candidato a Gobernador, ambos en Morena, ambos Ganaron.

Desde el inicio, jamás fue miel sobre hojuelas, a la vieja usanza, Bonilla quiso imponer gente de confianza a González y este último nunca se dejó, asumiendo que el candidato a gobernador sería el líder político y moral para el triunfo en el estado, brincándose las trancas y haciendo de lado lado las órdenes de la dirigencia nacional de su partido.

Hoy en día esa guerra política y personal sigue, desde las designaciones, nadie estuvo de acuerdo y entre ellos dos menos.

Acusaciones de desvío de recursos, negligencia y hasta de homicidio día a día se escucha y se lee en las redes sociales.

Lo curioso es que existe una HIPOCRESIA tan grande de parte de Bonilla, de González y hasta de las dirigencias estatales, locales y nacionales de Morena en no poner un orden y sanciones a los dos.

Una hipocresía a tal grado que hasta se saludan delante de el presidente de la República en vez de que este sirva de mediador.

Este conflicto ya dividió a la membresía de Morena a la ciudadanía de Tijuana y de Baja California.

La hipocresía de Morena en Baja California.