Por Alfredo Pérez MX
Hace un par de días reunido con amigos periodistas discutíamos lo preocupante y grave que han sido los casos de violencia familiar en los últimos años.
Situaciones incomprensibles y por demás tristes que ponen a la luz pública las terribles consecuencias de la madre de todas las violencias, la violencia familiar.
Todos los días los números de emergencias registran llamadas de auxilio, la violencia familiar ocupa el primer lugar en llamadas de emergencia al 911.
Entre los elementos más recurrentes con los que se enfrentan policías e investigadores, está la co dependencia de pareja que en la mayoría de los casos, ha sido un detonante en los desenlaces más terribles.
En la década de los noventas, dirigía las labores de Criminalística de los servicios periciales de Baja California y fueron muchos los casos atendidos sobre violencia familiar como hoy sigue sucediendo.
Entre 1991 y 1992 un hecho muy significativo impacto a la comunidad de la zona Este de la ciudad de Tijuana.
En un asentamiento irregular localizado en la delegación de la Presa, había sido localizado el cuerpo de una menor sin vida.
Se trataba de una bebe fallecida en un domicilio construido de madera, con acceso irregular y sin servicios básicos.
La madre de la pequeña, nos mostraba el cuerpo de una bebe de tan solo seis meses, envuelto en una sábana blanca y colocada sobre una mesa de madera al exterior del inmueble.
Cuando observábamos el cuerpo de la Víctima, era de llamarse la atención dos cosas, la primera, las condiciones del descuido y desatención de la menor que solo vestía su pañal y el resto de su cuerpo se encontraba desnudo y expuesto en un clima frío como es característico de Tijuana.
La segunda observación estaba enfocada sobre las pequeñas lesiones que presentaba el cuerpo y el desbordado desenvolvimiento que tenía la madre de la pequeña que sin mostrar emoción alguna no paraba de argumentar las causas de la muerte de la pequeña.
Al tiempo que entrevistaba a la madre de la bebe fallecida y observaba el cuerpo de la pequeña que estaba frente a nosotros, coloque los guantes de látex en mis manos y comencé la búsqueda de mayores indicios sobre el cadaver cuya posición final no coincidía con la versión de la madre, de que la menor había caído en un barranco.
El cuerpo de la pequeña de tan solo seis meses presentaba lesiones por quemaduras en forma circular las cuales al parecer fueron provocadas ante mortem, es decir, las lesiones inferidas fueron en vida y su forma era circular parecidas a las quemaduras provocadas por cigarro.
Durante el reconocimiento del cadáver, en el cuerpo de la pequeña víctima también se observaron varias equimosis, hematomas, lesiones provocadas en vida con características a lo que comúnmente la gente llama moretones y otros en forma de pellizcos. Razón suficiente para pensar que la niña era maltratada en vida.
De acuerdo a la versión de la mamá, se decía que la niña se había caído de la cama al estar dormida y posteriormente declaraba que había caído en un barranco. Esas contradicciones fueron suficientes para que el ministerio público decidiera presentarla a las oficinas sin embargo, al continuar con la inspección del cuerpo de la víctima se pudo percibir que su cráneo tenía fracturas pero no era posible determinar con precisión en tanto no fuera valorada por el médico legista.
La niña no solo presentaba síndrome del niño maltratado por las múltiples lesiones que se observaban y fueron encontradas sino que además podía tratarse de algún traumatismo cráneo encefálico sin dejar de omitir que en su región genital fue localizado un vello púbico.
Aún viene a la memoria aquella imagen de la pequeña abusada y golpeada por alguno de quienes se suponían debían cuidarla y protegerla.
Al preguntarle a la mamá de la víctima por el papá de la misma solo se limitó a contestar que se encontraba dormido, es decir, mientras la diligencia del levantamiento de cadaver y fe ministerial se llevaba a cabo, el sujeto dormía plenamente.
Al entrevistarlo y reconocer que era el padrastro de la víctima se limitó a contestar que la niña se les había caído a un barranco pero al confrontarlo con los datos observados, entró en contradicciones y confesó que cuando la niña lloraba por las noches y no los dejaba dormir, optaban por provocarle lesiones para que se callara, sin embargo, no era suficiente por lo que con el tiempo empezó a golpear la cabeza de la niña hasta que un día l bebe jamás despertó.
Han pasado décadas de este hecho tan lamentable, sin embargo nada parece cambiar, niños, niñas han sido abusados, maltratados por sus propios padres ante los trastornos de algunos de ellos o la dependencia al consumo de metanfetaminas .
Hace un par de días en Mexicali un niño de tan solo cinco años fue reportado como extraviado y horas después fue encontrado envuelto en una bolsa de plástico en un predio baldío.
Datos del forense señalan que el pequeño de tan sólo cinco años presentaba lesiones, asfixia y abuso provocado por su agresor o agresores.
La sociedad se pregunta así misma como es posible la existencia de sujetos hombres o mujeres que sean capaces de llegar a esas terribles consecuencias. Acaso no son quienes deben cuidar y proteger a sus hijos? expresó uno de los periodistas reunidos en el debate.
Finalmente, la Fiscalía presentó a los autores de la muerte del pequeño en Mexicali, resultaron ser el padrastro y madre del niño quienes han reconocido los hechos.
Pareciera que con el tiempo las historias no cambian, solo los lugares y nombres. La sociedad sigue sin preocuparse y la muerte silenciosa sigue acechando los hogares de Baja California.
Jesús Alfredo Pérez es Presidente Fundador de la Sociedad de Ciencias Forenses en Baja California, profesor en Las Licenciatura de Criminalística, Criminología y Derecho. Cuenta con más de treinta y tres años de experiencia en tópicos forenses.
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