Antonio Heras
El peor contrincante de Morena en Baja California son aquellos que justo están en la nómina de los gobiernos de Morena.
Los conversos.
A nivel local apenas tienen un mes y ya empezaron a soñar con 2021 y rezan porque su líder Jaime Bonilla Valdez solo le alcance para gobernar dos años.
Esos son los sofismas a que están acostumbrados los conversos es ser los cortesanos mas aplicados pero los demonios mas desaforados en lo oscurito.
Aprendieron bien del PRI y mejor del PRD.
La única ventaja que tiene Bonilla es que estos políticos conversos acostumbran a convertirse en yeguas desbocadas.
Ocupan puestos importantes en la 4T, sobre todo sus «responsabilidades» en los gobiernos federal y estatal les permite ir y venir de Tijuana a Mexicali.
Una vez que su patrón se voltea, aprovechan para la insidia y hasta promueven denuncias mediáticas o institucionales en la Ciudad de México para taparle «el ojo al macho».
Piensan que nadie se dará cuenta de sus pichadas, en términos beisbolisticos, y confían en los espejismos que les venden sus operadores que serviles tienen el sello del panismo, del priismo y perredismo. Un coctel de traiciones.
La guerra intestina ya empezó, se desquebrajan los gobiernos de Morena.
Los conversos van por el 2021 con o sin Bonilla gobernador, porque saben bien que López Obrador ya no estará en la boleta y por sí mismos nunca han ganado elección alguna.
Pobres conversos: tan cerca de Bonilla y tan lejos del Peje.
¿Sus nombres? Los traigo en las yemas de los dedos.
Jesús Ruiz Uribe, Amador Rodríguez Lozano y Fernando Castro Trenti
Que nadie se diga engañado…
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Los operadores del escándalo de corrupción están bien identificados, al igual que al grupo político que pertenecen.
Desde principios de la semana pasada tocaron la puerta de algunos periodistas y medios de comunicación. Entre ellas las de Lindero Norte, con el propósito de encontrar la publicación de mensajes de texto y audios.
Viejos lobos de mar, sostuvieron que había una denuncia ante la Secretaría de Honestidad y Función Pública presentada en Mexicali y se les advirtió que no había tal en la capital de Baja California. Quedaron de entregarla o al menos el número de queja para verificarla. No lo hicieron.
Este caso de corrupción que incluye a empresarios y a servidores públicos que en la línea de tiempo incluye a estos personajes incluso antes de estar en la nómina estatal y tampoco parece limitarse a dos contratos gubernamentales.
El problema para estos operadores políticos y sus resonadores mediáticos es que las únicas pruebas son los testimonios de alguien que se incriminó en este juego de espejos de corrupción; grabados en una entrevista y transcritos en su comparecencia en la SHFP. Esas son piezas periodísticas en este caso.
En el periodismo, la “verificación” no es de dichos sino de hechos. Eso es lo que aporta este oficio tan noble. Hay quien trata de justificarse en estos arrebatos de intereses.
Luego de definir a los testigos protegidos como víctimas de ilícitos, el juez Garzón advertía sobre los riesgos de utilizar información de quienes cometen algún delito. A eso me remitió las declaraciones de Rosendo Colorado quien, por cierto, operaba desde la oficina de Promoción de la Secretaría del Bienestar.
Ahora le toca comprobar estos testimonios en el expediente de la SHFP.
También a la Unidad de Inteligencia Financiera de la Fiscalía General del Estado donde se abrió una investigación.
Más presente que nunca lo que alguna vez, en la década de los 90s, advertía el periodista Jaime Flores: siempre sabemos a quienes afectamos con alguna nota o columna pero casi nunca a quien beneficiamos.