¿Qué nos pasó?
Por Elvira Luna Pineda
La autora de esta columna es Abogada
y Vicepresidenta Nacional de la Academia de Género de la CONCAAM
¿Qué nos ha pasado? Es una de las preguntas que con más frecuencia nos hacemos hoy. El motivo es claro, los acontecimientos violentos relacionado con la desaparición de los 43 jóvenes -algunos casi niños- normalistas ha puesto en la lupa ante la comunidad internacional, no sólo la ineficiente política criminal de México –de ayer y hoy-, sino también visibilizó la realidad de nuestro país ante un gran sector de la población, que se daba por “no enterada” de lo que pasa. Lo que vivimos hoy, no es consecuencia sólo de las acciones u omisiones actuales. Tal como lo señaló Human Rights Watch (HRW), los terribles acontecimientos de Ayotzinapa son el resultado del desdén que en materia de derechos humanos, se ha hecho en México, por lo menos, desde la última década.
Como lo hemos visto en algunos medios, niños y jóvenes, agredidos o asesinados también por niños y jóvenes. Es aquí cuanto repito mi pregunta y les invito a la reflexión: ¿Qué nos ha pasado? Analicemos. En nuestro país, en cada rincón de este gran país, cantidad de niños y niñas hoy por hoy crecen solos. Si recorremos por las mañanas diferentes y variadas colonias de las ciudades y poblaciones rurales de nuestro estado, podemos ser testigos de cómo niños y niñas caminan como sonámbulos hacia el preescolar o la escuela primaria. Ahora que llega el invierno, podemos verles incluso caminar con la piel ceniza, con zapatos sin cintas ni calcetines, en shorts y camisetas, muchos de ellos sucios y sin desayunar. Llega a tal grado este problema de abandono que en las escuelas de nuestro estado tenemos ya niños y niñas que se colocan cerca a los botes de basura, esperando que alguno de sus compañeros tire medio taco o alguna sobra de comida para tomarlo y comerlo. Si les preguntas a esos niños y niñas ¿Qué desayunaste? Gran cantidad de ellos te contestan –en el mejor de los casos- “un café”. Si de igual forma les preguntas por la cena, en muchos casos la respuesta es la misma. Niños y niñas que debemos admitirlo, te dan catedra de la forma en la que son testigos de cómo sus padres elaboran las dosis de droga. Comentan en las escuelas con gran inocencia que sus padres son médicos porque venden pastillas. Niños y niñas que al salir de clases deambulan por las colonias porque sus padres están dormidos, -así los ven ellos-, pero muchos de estos padres, sí están, están drogados y evadidos. Tenemos a una niñez desplazada por la violencia.
De acuerdo con datos aportados por UNICEF en México el homicidio de niños y niñas va en aumento, incluso este delito se ha duplicado en algunos lugares del país. ¿Por qué en México se está asesinando a la niñez? ¿Alguien tiene alguna respuesta lógica? En alguna ocasión una persona me reclamó fuertemente diciéndome: “Tú crees que sólo el tema de los niños es importante”. Recordando este episodio, creo que una de las respuestas a mi pregunta es porque algunas de esas personas que han cuestionado, refutado y burlado mi interés por los derechos de la niñez, tienen puestos de toma de decisión, ostentan el poder público y evidentemente para ellos, los derechos de la niñez no son nada relevantes. El reciente estudio denominado “La reinserción socio familiar de los adolescentes en conflicto con la ley. De la situación actual hacia una propuesta de intervención” realizado por Elena Azaola, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), nos muestra el abandono de la niñez y la adolescencia con precisión alarmante. Niños y niñas que son reclutados para el “sicariato”, para el “halconeo”, o para “torear a la migra”. Las pandillas más cercanas que las políticas sociales, la delincuencia más alcanzable que la protección de sus derechos. El abandono familiar, social y estatal, más real que una vida plena. Nuestra realidad se ha cocinado por largo tiempo y hoy hace ebullición. No culpo ni justifico a nadie. Sólo trato de reflexionar en colectivo: ¿Qué nos pasó? Sólo trato de compartir con ustedes y preguntarnos: ¿Qué les exigiremos a estos niños y niñas mañana? si esta sociedad nada les ha dado y porque no reconocerlo, mucho les ha negado.
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