17 de noviembre de 2024
De primera instancia se deberá distinguir las características dejadas por la pólvora deflagrada que fue depositada en las manos del agresor que es el ahumamiento

Por Beatriz Aguilar Alejandrez
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Las armas de fuego son en la actualidad una de las formas más frecuentes de agresión, cuando en una investigación forense se ve una involucrada, lo más importante será el identificar quien fue quien la accionó, situación que tendrá que resolver el químico forense.

De primera instancia se deberá distinguir las características dejadas por la pólvora deflagrada que fue depositada en las manos del agresor que es el ahumamiento y la localización de granos de pólvora incombusta o parcialmente quemada.

En el proceso de inspección del sospechoso, la vista y el olfato juegan un papel sumamente importante, el escrutinio visual de las manos para buscar el ahumamiento tradicional o falso tatuaje, así como en el caso de los granos de pólvora que asemejan un verdadero tatuaje, esto se complementa con el olor característico de la pólvora deflagrada, estas reacciones químicas producidas al accionar un arma deberán ser analizadas por un perito experto que arroje resultados sustentados por un método científico.

En 1913 el doctor cubano Gonzalo Iturrioz apoyo en la investigación del asesinato del General Armando de Jesús de la Riva Hernández el cual había sido herido en plena vía pública por un disparo, resultado de una pelea con el coronel del ejército libertador Ernesto Asbert, muriendo al día siguiente.

El doctor Iturrioz aplico y presiono una placa de parafina en los orificios de entrada de la ropa para recolectar muestras de la deflagración, a esta toma le aplicó el reactivo de Guttman que contiene la difenilamina sulfúrica, produciendo una reacción al contacto con los nitrados, mostrando un color azul y en base a la dispersión se determinará la distancias en la que fueron realizados los disparos.

EN 1931 Teodoro González Miranda siendo parte del equipo del laboratorio de identificación criminal de la Policía del Distrito Federal, introdujo a México la técnica conocida como la “Prueba de la Parafina”, esta innovación fue compartida a la policía de los Ángeles, Ca. donde se le nombró “Test de González”.

Es importante mencionar que esta prueba no detecta pólvora, solo verifica la presencia de nitratos o nitritos por lo que es inespecífica. En 1964 se llevó a cabo un seminario sobre aspectos científicos del trabajo policiaco celebrado por la Interpol, en ese escenario se mencionó que el resultado de la prueba de la parafina no tenía ningún valor como para llevarla a la corte como evidencia, secundada por los participantes que opinaron que está ya no debía ser usada.

En 1954 inicia la técnica con desarrollo de color del rodizonato de sodio para la detección de plomo y bario en las manos del sospechoso, siendo estos elementos los que integran el fulminante del cartucho, obteniéndose de esta prueba resultados satisfactorios en los casos que se utilizaron revólveres, de igual forma en pistolas semiautomáticas realizándose de estas últimas, las fugas de gases. En 1959 se publicó en la Revista Americana de Ciencias Forenses la Técnica de Harrison que detectaba el bario, plomo mediante la técnica de rodizonato, pero también detectaba el antimonio, que integraba el fulminante del cartucho, todo esto mediante el trifenil arsonio, una de las ventajas de esta prueba es su baja incidencia de “falsos positivos”.

En el transcurrir de los años los Servicio Periciales de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal empezaron a aplicar la espectrofotometría de absorción atómica de flama, cambiada por la aplicación de la microscopía electrónica de barrido con energía dispersiva de rayos X, ya en 2005 la prueba inductiva de plasma acoplada a espectrometría de masa fue aplicada, ya que era mucho más confiable. Cada innovación ha transformado las expectativas en logros y es un hecho que seguirán avanzando