16 de noviembre de 2024

La encuesta sobre Kiko Vega y Astiazarán

 Benedicto Ruiz Vargas

Las encuestas levantadas recientemente por Plural.mx, dirigidas por Lauro Ortiz, sobre el gobernador Francisco Kiko Vega y el acalde de Tijuana Jorge Astiazarán, arrojan algunos datos que deberían preocuparnos a todos. Enseguida, y a invitación de Lauro, me permito formular algunas interpretaciones.

Primero, aunque las encuestas no están levantadas en vivienda sino en puntos estratégicos, tienen una metodología bastante aceptable, con muestras y márgenes de error dentro de los parámetros y con un procedimiento técnico en la recolección de la información muy propio de los estudios demoscópicos. En este caso, para la evaluación del gobierno de Kiko Vega se encuestaron mil 920 personas, con un nivel de confianza de 95% y un margen de error del 3.5%. Para el caso del Alcalde de Tijuana, la muestra fue de 400 entrevistas con un margen de error del 4.5% y de 95% de confianza.

Una pregunta clave para el caso del gobierno de Kiko Vega es sobre el grado de acuerdo o desacuerdo que tiene la población, o en este caso los encuestados, sobre la forma en que está gobernando. Un altísimo porcentaje de las respuestas, el 70%, está en desacuerdo, mientras que sólo el 12% está conforme y el 18% no sabe o no contestó.

Este mismo porcentaje del 70 tampoco votaría por Kiko Vega si éste fuera candidato de nuevo. Sólo el 26% votaría otra vez por él y el resto no supo qué contestar. Si ligamos ambas respuestas, encontramos que un alto porcentaje de la población no está conforme con la manera en que el gobernador Kiko Vega está conduciendo el gobierno estatal, y por lo tanto, no votaría por él si repitiera en su candidatura.

Cuando se evalúan algunos aspectos que son responsabilidad del gobierno, los números siguen siendo negativos. Esto ocurre, por ejemplo, en materia de seguridad pública en donde para el 49% de los entrevistados «sigue igual», para el 34% ha empeorado y sólo el 10% dice que mejoró. Lo mismo en procuración de justicia: para el 50% sigue igual, para el 30% empeoró y sólo para el 12% mejoró. Esto significa que para un altísimo porcentaje de la población del estado, la percepción es que en este renglón no hay ningún cambio y, no sólo eso, sino que en algunos casos la situación ha empeorado. Una evaluación bastante negativa para el gobernador y el gobierno estatal.

Por último, hay dos preguntas más que completan este panorama adverso para el gobierno. Una es la que se refiere al interés de la población en el primer informe de gobierno, en donde los números vuelven a ser negativos. El 60% de ellos dice que «no se enteró», para el 24% no tuvo ningún interés, el 6% tuvo poco interés y sólo el 10% tuvo «mucho interés». Es decir, para la inmensa mayoría de la población el primer informe de Kiko pasó desapercibido. Sin embargo, es quizás en la pregunta de si la población cree que en el gobierno de Kiko «la gente manda», como propuso en su campaña, donde se aprecia más el distanciamiento entre los electores y el gobierno estatal. El 80% respondió que NO, un reducido porcentaje del 14 dijo que sí y el 6% no supieron o no contestaron.

Vistos de manera fría, estos datos nos indican que para la gran mayoría de la población el gobierno de Kiko Vega es prácticamente invisible, y no aprecia o no percibe cambios significativos en el campo de la seguridad pública, y tampoco está conforme con la forma en que se está conduciendo el gobierno estatal. No sólo la gente califica al gobernador con un 6.1, que es una mala nota, sino que el resto de las opiniones nos indican una enorme discrepancia con el gobierno actual.

Una posible explicación de esta percepción tan amplia sobre el gobierno de Kiko radica en el bajo perfil que ha mantenido el gobierno durante su primer año, al lado de un conjunto de medidas o propuestas erráticas y proyectos que no terminan de estar claros frente a la población. El resultado indica que para la inmensa mayoría de la gente, no hay una identificación entre el gobierno y la ciudadanía, un elemento fundamental para cualquier gobierno. El panorama es crítico y puede agravarse.

En el caso del alcalde de Tijuana, Jorge Astiazarán, los números son menos críticos pero no dejan de ser preocupantes. Por ejemplo, para un porcentaje importante de 48% el alcalde no ha cumplido sus promesas de campaña, en tanto que para el 46% sí lo ha hecho. También para el 48% la seguridad de la ciudad sigue igual, el 39% ha notado mejoría y para el 6% ha empeorado. En el caso de si la población ha notado un cambio en el «estado físico de la ciudad», el 52% dice que sigue siendo la misma, para 39% sí ha mejorado y el 6% dice que ha empeorado.

Lo que encontramos es una población dividida en sus opiniones o percepciones, con una tendencia a que las evaluaciones negativas sigan creciendo después del primer año de gobierno. Es evidente que hay un electorado afín al gobierno municipal, pero en términos generales los datos de la encuesta nos indican que un porcentaje significativo percibe que el acalde no ha realizado grandes cambios. Un 52% volvería a votar por él, pero el 44% no lo haría, con el riesgo de que éste porcentaje tienda a crecer a medida que el primer munícipe no realice cambios en su gobierno.

Para hacer una evaluación más profunda sería necesario contar con otras preguntas sobre el gobierno estatal y municipal, pero en términos generales los datos de estas encuestas nos reflejan que hay un gran desencanto de la población con respecto a sus gobiernos, y que la gente no percibe cambios significativos o una congruencia entre lo que prometen y lo que en realidad terminan haciendo. Si los gobiernos supieran leer estas señales quizás les ayudaría a cambiar y preocuparse más por el sentir y las necesidades de la gente.

El autor es analista político.

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